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miércoles, 12 de julio de 2017

LA PASIÓN GENUINA POR DIOS



“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.”   .- Jeremías 20:9

   Cuando la Biblia habla del “fuego ardiente” de Dios, se refiere a la pasión por hacer Su  voluntad. Ésta es una fuerza interna que proviene de Dios y nos impulsa a conocerlo más y caminar en su amor y poder.

   La pasión de Jesús por cumplir Su propósito en la tierra fue la fuerza interna que lo empujo a vencer el sufrimiento. La pasión de Jesús era la misma pasión del padre por ver un mundo salvo, sano y liberado.
Los reemplazos del fuego de Dios:
   El fuego por Dios puede apagarse. Jesús lo llamó: perder el primer amor. Cuando una persona pierde la pasión por Dios y por hacer las cosas que Dios le mandó hacer, es porque no supo mantener el fuego encendido en su altar personal.

   El espíritu de estad edad – que niega la pasión por Dios y le llama fanatismo - ha querido traer reemplazos a la pasión genuina por Dios. Entre esos reemplazos están: el entusiasmo, el pensamiento positivo, los mensajes motivacionales, la inspiración y el optimismo. Sin embargo, el optimista no espera nada, mientras que quien vive por fe siempre está  a la expectativa de lo nuevo que Dios hará en su vida. No confunda la pasión con el entusiasmo o el optimismo, pues los dos últimos no producen cambios. Donde no hay presencia de Dios, no hay fuego para purificar, ni pasión para cumplir el propósito de Dios.
Hay tres tipos de pasión por Dios:


1-.   La que viene de la presencia de Dios. Es el resultado de ofrecer sacrificios espirituales a  Dios. Cuando oramos, ayunamos, ofrendamos y nos presentamos ante Él  de continuo, también de continuo Su presencia está en nosotros.
 2-.  La que viene por asociación. Ésta resulta de asociarse con gente enamorada de Dios, porque la pasión de Dios es  contagiosa. Un mentor apasionado contagiará a sus discípulos a caminar en un nivel mayor de disciplina. Cuando la gente ve cómo es usado por Dios, anhelan ser usados de igual manera. 
 3-.  La que viene del llamado de Dios en nosotros. A Jeremías la pasión lo consumía por dentro, y era más fuerte que su propia voluntad. Todos necesitamos: fuego para adorar, orar, servir, evangelizar y cumplir nuestro propósito. Una pasión que nos quema los huesos.
¿Qué produce el fuego en nosotros?
   El apasionado se levanta  cada mañana con el deseo ardiente de ver a la gente salva, al endemoniado libre y muchas vidas transformadas. El fuego de Dios le impulsa a vivir con expectativa por lo que Dios hará cada día. El fuego de Dios produce en nosotros:

1.      Un cambio en nuestro corazón.

2.     Transformación de la mente.

3.     Compromiso con Dios.

4.     Hambre por Su presencia.

5.     Demanda por lo sobrenatural.

6.     Que otros se contagien de ese fuego.

7.     Perseverancia para vencer la oposición.

   Quien no tiene pasión por Dios le cuesta vencer el sufrimiento, pero el apasionado posee una fuerza interna que lo impulsa a decir: “estoy caído, pero no derrotado”. La pasión por el propósito de Dios en nuestras vidas nos ayuda a vencer el dolor del pasado, la baja autoestima, el rechazo y los problemas financieros; nos impulsa a salir adelante  y vencer el sufrimiento.

   Hoy necesitamos renovar nuestra pasión por Dios para evangelizar, orar, predicar, enseñar, alabar y adorar. Necesitamos avivar nuestra pasión por la visión de la casa, por ganar almas y por demostrar el poder de Dios con milagros, señales y maravillas.   


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2 comentarios:

  1. Es el mismo texto que aparece en el libro 52 lecciones de vida de Guillermo Maldonado exactamente copiado desde el versiculo hasta el final.

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