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sábado, 15 de agosto de 2015

QUIERO SER SANO ¡HOY!




Pero una mujer que desde hacia doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenia, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote – Marcos 5: 28-29.

   La sanidad es un regalo de Dios. Si estás enfermo, Jesús puede sanar su enfermedad, hoy. Él no rechaza a su pueblo. Lo que hizo por nosotros, también puede hacerlo por usted. Hace más de 2000 años, Jesús sanaba a los enfermos por las calles de Jerusalén, en la sinagoga y donde quiera que iba. Él sigue disponible para sanarlo, hoy. Él puede hacer un milagro, hoy. No importa cuál sea el nombre que los médicos le hayan puesto a esa enfermedad, el nombre de Jesús está por encima de todo nombre.

   Usted no fue creado para vivir enfermo. El plan original de Dios fue que su cuerpo funcionara en un estado de bienestar. Cuando el primer hombre pecó, abrió las puertas para que entraran a nuestro cuerpo el espíritu de enfermedad y muerte. En otras palabras, la enfermedad es una invasión de Satanás, buscando robarle el bienestar y sus bendiciones. Todo padre terrenal quiere el bienestar de sus hijos. De la misma forma nuestro padre celestial desea que todos sus hijos estemos sanos.

La fe trae sanidad.

Si tocare tan suavemente su manto, seré salva, y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote –Marcos 5:28-29.

   La mujer con el flujo de sangre creyó con todo su corazón que sólo con tocar el manto de Jesús sería sana. ¡Y Jesús la sanó! A veces vivimos con una enfermedad porque no tenemos la suficiente fe para creer que podemos recibir sanidad. Está mujer había sangrado por 12 años y había gastado su dinero yendo a médicos. A muchos nos sucede lo mismo. Hemos sufrido ataques a nuestra salud, por tanto tiempo, pero aún no tenemos fe para ser sanos. Preferimos creerle al médico ante de confiar en quien creó la medicina. Esta mujer, sin embargo, escuchó al sanador y ejerció su fe.


[Jesús] le dijo: hija, tú fe te hizo salva; ve en paz, y queda sana de tu azote – Marcos 5: 34

   Debemos tener osadía para ejercer la fe que Dios nos dio. La mujer con el flujo de sangre hizo lo que tenía que hacer para recibir su sanidad por la fuerza y olvidar lo que otros pueden pensar de nosotros. La verdad es que Dios desea vernos sanos para que podamos hacer sus obras.

La llave de la fe.

Así que la fe es por oír, y el oír, por la palabra de Dios- Romanos 10:17

   Su fe nunca podrá ir más allá de su conocimiento de las promesas de Dios contenidas en su Palabra. La Palabra de Dios viene a ser una plataforma desde donde se lanza la fe. La fe  no admite dudas. Cuando usted conoce la palabra, simplemente confía, la confiesa y la hace una acción correspondiente. En otras palabras, por fe escuchamos, creemos, hablamos y actuamos conforme a la Palabra de Dios.

   Conocer y mediar en la Palabra de Dios son llaves importantes si queremos desarrollar nuestra fe. Cuando aprendemos lo que Dios dice acerca de la sanidad, tenemos el fundamento para creerle. Una de las razones principales por las cuales las personas no reciben sanidad, es porque no tienen  revelación que dios desea sanarnos. Por eso, insisto, lo fundamental es conocer que la sanidad nos pertenece. Hasta que esa verdad no eche raíces  en su espíritu, usted podrá recibir sanidad. Tiene que saber, sin duda, que ¡la sanidad le pertenece!

Promesas de sanidad contenidas en la biblia.

   Dios quiere que usted esté sano. Él es capaz de sanarlo, y está dispuesto a hacerlo, hoy. Lea las siguientes promesas bíblicas y declárelas sobre su vida. Haga esto para edificar su fe y aumentar su entendimiento de la palabra. Dios quiere sanar su cuerpo, hoy.

1-. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma – 3Juan 1:2

2-. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanzas, ni sombras ni variación- Santiago 1:17

3-. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros- Santiago 4:7

4-. Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosas mortíferas, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán- Marcos 16:18

5-. Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias- Mateos 8:17

6-. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por su habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos- Salmos 91: 9-11

   Dios es capaz de hacer cualquier milagro. Sin embargo, el milagro más grande no es el que sucede en nuestro cuerpo, sino el que ocurre en nuestro corazón, cuando permitimos que Jesús sea nuestro Señor y Salvador. La sanidad más grande que podemos experimentar es sanar nuestra relación con Dios. Eso sucede cuando creemos, recibimos y confesamos que Jesucristo es el hijo de Dios, que Él murió por nuestros pecados y que fue resucitado al tercer día. ¿Está listo para recibir su sanidad
Bibliografia.
Guillermo Maldonado. 52 Lecciones de vida IV. Clases para Casas de Paz. Ministerio Internacional del Rey Jesús. Enero 2014.